27 jul 2016

Escapadas: un día por Pompeya

Unas de las escapadas que hicimos desde Roma fue a Pompeya, en Nápoles. Es un tesoro del mundo antiguo que no podíamos perdernos.

Desde la Estación de Termini cogimos un tren que habíamos reservado previamente aprovechándonos de unas tarifas muy económicas de Trenitalia al hacerlo con algo de tiempo. El precio del billete de ida y vuelta fue de 19€ por persona y en unas dos horas llegamos a la Estación Garibaldi en Nápoles.

Allí mismo conectamos con la Línea Circumvesuviana. Id buscando los carteles en la parte superior porque al principio la llegada se hace un poco caótica al encontrarnos con tantos cruces de líneas y de turistas desorientados. El billete debéis comprarlo en una ventanilla que hay justo antes de la entrada a los andenes. El precio de ida y vuelta es de 5,20€ por persona y debemos indicar que vamos a Pompei Scavi Villa Misteri, ¡no os bajéis en la parada de Pompeya!

Los trenes son muy antiguos y poco cómodos pero merece la pena cogerlo e ir divisando la Costa de Amalfi. No os preocupéis si lo perdéis porque suelen salir cada media hora aproximadamente. Pasamos también por Herculano, que está mejor conservado que Pompeya, pero esta visita será para la próxima puesto que el tiempo ya no nos permitía detenernos.

Tras unos 30 minutos de viaje nos encontramos en Pompeya. Como andábamos algo perdidos y este lugar arqueológico es inmenso, contratamos una guía en inglés junto con un pequeño grupo de turistas que llegamos al mismo tiempo. El precio es de 12€ por persona y merece la pena que te expliquen todo. Esperamos unos 15 minutos para estar todos y emprendimos el camino hasta la entrada. La principal es la de Puerta Marina, que toma su nombre del lugar en el que estaba en la época: a orillas del mar. También hay otra un poco más alejada que es la del Anfiteatro. El precio para acceder a Pompeya es de 11€ y tienen reducciones para menores de 24 años aportando el DNI.
Cuando te has dado un paseo por Pompeya comprendes perfectamente que se trataba de una ciudad en auge y con un gran desarrollo económico y comercial. Tenía multitud de tabernas y locales de ocio, avenidas comerciales como la Vía de Abundancia, termas, teatros, burdeles, anfiteatro y muchas de las villas estaban ricamente ornamentadas. Disponían de tiendas donde podían comprar caras telas de países orientales, perfumes o especias. La ciudad producía y exportaba vinos y garum aprovechando la buena situación geográfica. Sin duda una gran ciudad de negocios que sufrió la sacudida de un gran terremoto en el 62 d.C., quedando afectada hasta el punto de que, en agosto del 79 d.C., cuando el Vesubio dejó sin vida a sus habitantes, aún no se habían terminado algunos trabajos de reconstrucción.

A pesar de ser una sociedad dominada por hombres, debéis saber que las pompeyanas gozaban de algo más de libertad que en otras zonas del imperio puesto que disponían de dinero y podían ir de compras e incluso mezclarse con hombres o hacer tratos.

Volviendo a nuestra visita, fuimos paseando por sus distintas calles, perfectamente trazadas, entrando en las villas más conocidas y disfrutando de la historia. La ciudad es probablemente de origen etrusco y hoy en día abarca 66 hectáreas de las cuales quedan 22 por desenterrar.

Pompeya, que fue descubierta en 1748, es un lugar con gran afluencia turística. A pesar de haber estado a primera hora en el recinto, en cada foto podemos ver una avalancha de gente, pero sed pacientes y disfrutad del entorno si lo visitáis.


La primera parada de la visita fue el Gran Teatro de Pompeya, construido en época helenística sobre la ladera de la colina y remodelado en época romana. Goza de una gran acústica y es que estos grecolatinos eran muy listos ellos. Al lado del teatro grande, veremos el teatro pequeño u odeón, éste ya de época romana.
Detrás del Teatro Grande nos encontramos con la Palestra Samnita, que es la pequeña de la ciudad. El hecho de acudir a la palestra no era puramente atlético, sino que también se concebía como un acto social y cultural. Cuando excavaron en esta zona encontraron una copia del Doríforo del Policleto.
Fuimos avanzando por la Vía de la Abundancia viendo los restos de las tabernas y villas. La calzada romana se encuentra en perfecto estado e incluso podemos encontrarnos con varios "pasos de cebra" de la época, los cuales se usaban para no pisar los excrementos de mulos y caballos así como la suciedad acumulada en la propia calzada.


En el cruce la Vía de la Abundancia con la Vía Estabiana nos encontramos con las Termas Estabianas, que eran las más antiguas de la ciudad y tenían partes diferenciadas para cada sexo. Contaban con un sofisticado sistema de calefacción. De nuevo y al igual que en las palestras nos encontramos con que los romanos acudían para hacer vida social y disfrutar de los variados servicios que les ofrecían, tales como saunas, masajes, baños calientes y un etcétera de mimos para rendir culto al cuerpo, por el que estaban tan preocupados. Además de estas termas, en Pompeya se conocen las Centrales, las del Foro y las Suburbanas.
Al ser una ciudad tan transitada y con tanta población, muchos de sus habitantes masculinos buscaban los lupanares, que estaban indicados con falos esculpidos directamente en la calzada. También señalar que los falos eran símbolos de buena suerte y nos los encontraremos varias veces por la ciudad.

En las entradas a las distintas estancias del Lupanar las prostitutas dibujaban cual era su especialidad y podemos ver grafitis en los que los clientes satisfechos dejaban sus comentarios. El TripAdvisor de la época.

El sexo debió ser un gran negocio en Pompeya ya que la prostitución estaba permitida y la practicaban los dos géneros. Las prostitutas debían vestirse de forma distinta a las demás mujeres para ser identificadas. No todas eran esclavas sino que algunas eran hijas de patricios que estaban pasando dificultades económicas. También comentar que, además del negocio sexual propiamente dicho, muchas comerciantes usaban el sexo como última moneda para cualquier trato: porqueras, tejedoras, taberneras, etc.

Impresiona ver lo que en su día fuera el Foro, centro cívico de la ciudad, con el Vesubio de fondo. Se trata de un espacio rectangular rodeado de columnas por tres de sus lados y albergando el Templo de Júpiter en el cuarto. Allí se levantaban los edificios públicos, religiosos y civiles de la ciudad. En el Foro se daban cita los comerciantes, que exponían su mercancía sobre las mesas. También se exponían tablillas con las noticias importantes de la época: espectáculos, elecciones u ordenanzas.

Hicimos una breve parada para comer y reponer fuerzas en el único bar que hay dentro de Pompeya. Tomamos una pizzas y unos refrescos y nos pusimos en camino hacia la Villa de los Misterios.

Para ir a la famosa villa es necesario cruzar la Puerta de Herculano que se encuentra en la parte noroeste de la ciudad. Justo al cruzarla estaremos recorriendo la Vía de las Tumbas. Los romanos establecían las tumbas de sus familiares a la entrada de las ciudades para que los visitantes pudiesen ver cómo los honraban. Podemos ver que la Necrópolis se sitúa a ambos lados de la calzada, formando una calle repleta de sepulcros.
 

Son 800 metros los que hay que recorrer tras salir por la Puerta de Herculano. merece la pena andar un poquito para disfrutar de esta auténtica joya. Esta domus, a pesar de haber sido enterrada en cenizas por el volcán, conservó la mayoría de su estructura y frescos con su particular "rosso pompeiano". No se sabe exactamente a quién perteneció pero la vivienda tuvo varios usos, pasando de ser casa señorial a casa de una explotación agrícola. Según los diferentes hallazgos de los objetos que había en la casa hay distintas hipótesis sobre sus dueños: un liberto, Livia, esposa de Augusto...
 


El nombre de la vivienda viene de los magníficos frescos que se encuentran de lo que pudo haber sido el triclinium de la villa. Según las interpretaciones, se representa la iniciación a los cultos dionisíacos, aunque también pudo ser sobre los ritos del matrimonio.
 

Tómate tu tiempo para pasear y recorrer todas las estancias de la vivienda porque, sin duda, no verás nada igual en ninguna otra parte del mundo.



A la vuelta a la ciudad, paseamos sin rumbo perdiéndonos entre las numerosas edificaciones. Pudimos ver el conocido mosaico de Cave Canem (Cuidado con el Perro) en la Casa del Poeta Trágico.

Cerca de allí se encuentra la Casa del Fauno, que toma su nombre de una pequeña estatuilla situada en una fuente de uno de los atrios de la casa más lujosa, la cual ocupaba toda una manzana.


La jornada se acercaba a su final y pusimos rumbo hacia la Palestra Grande, situada al lado del Anfiteatro. Está construida en época imperial y cuenta incluso con una piscina.

Nuestra última visita fue al Anfiteatro, siendo el primero que se construyó en piedra hacia el 80 a.C. por Quinctius Valgus y Marcius Porcius. Anteriormente eran de madera siendo mucho menos duraderos.

En esta ocasión nos encontramos con que la arena estaba ocupada por la exposición de los moldes de los habitantes pompeyanos que quedaron sepultados bajo la lava y cenizas del Vesubio. Es realmente aterrador imaginar la muerte que debieron sufrir. La mayoría de figuras están retorciéndose, tapándose la boca o abrazando a sus hijos y familiares.
 

Emprendimos la vuelta a Nápoles para tomar nuestro tren. Como aún teníamos un rato salimos por los alrededores de la Plaza Garibaldi y probamos las empanadas napolitanas. Dimos un paseo que no dio para mucho pero sin duda volveremos.

A la hora establecida estábamos en nuestro andén de vuelta, con cara de pena y nostalgia y diciendo que volveremos a Pompeya, a Herculano y a Oplonti. ¡Ojalá sea pronto!

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