24 feb 2017

Finde 022: Caminomorisco - El Gasco

En esta escapada visitamos la mágica zona de Las Hurdes aprovechando la fecha del Puente de Todos los Santos y conociendo de antemano las historias y leyendas que habían tenido lugar en dicha comarca. Como el camino desde Sevilla hasta allí era algo extenso, decidimos parar la primera noche en Badajoz.

Escogimos el Hotel San Marcos, bien situado a pocos minutos del Ayuntamiento y la zona de bares y pubs. El precio fue de 40 € en solo alojamiento.

Dejamos nuestro equipaje y salimos a conocer la ciudad de noche. Paseamos por la Plaza de España, la Plaza Alta, el Casco Antiguo y la Alcazaba.

 

Entramos a cenar a La Casona Baja, donde pedimos varias tapas muy ricas: Torta de tierra de barros, patatas revolconas, morcilla de arroz con rulo de queso de cabrá, pincho de sepia y pollo thais.






Eso sumado a 3 copas de vino, 1 cerveza, un nestea y una tarta de queso, nos dieron una cuenta de 29,40€. Después, nos dirigimos a La Tetería y nos tomamos unos combinados antes de dormir.

Como el viaje era largo, nos levantamos temprano y nos fuimos a desayunar a un bar cerca del Ayuntamiento, al bar Horno Casero. Allí tomamos una tostada entera de jamón york y tomate con zumo de bote y una entera con mantequilla y mermelada con ColaCao. Todo por 6,20€. Pedimos tostadas enteras y nos sirvieron unos panes enormes y riquísimos. Qué pena que en todos los sitios las medias y las enteras no se entiendan igual...


Salimos hacia Caminomorisco, que era el pueblito donde nos íbamos a alojar. El alojamiento en el que nos hospedamos, El Corralino, se trataba de una pequeña y acogedora casita rural, a la que no le faltaba detalle y en la que nos recibieron genial. Fueron 60 € cada noche en solo alojamiento.

La casita está situada en una calle estrecha, en la que no cabe un coche, con otras casas similares rodeándola por la parte delantera y huertos por la parte trasera. Está dividida en 3 partes. la planta baja, donde está el baño, la sala de estar y la cocina integrada en ella.



La parte alta, donde está la habitación a la que se accede por una escalera, y un sótano en el que se guarda la leña al que se entra saliendo de la casa, rodeándola, y entrando por una puerta desde los huertos.



La casa estaba genial, tenía todo lo necesario para pasar un buen fin de semana. Con un toque rústico en todos sus elementos que la hacían integrarse perfectamente con el entorno rural en el que se encuentra. Muy recomendada la estancia en ella.

 Hay que reconocer que el espacio estaba muy bien aprovechado y que entre la chimenea y la bomba de calor del aire en un momento se calentaba la casa, sobre todo la parte de arriba al estar divivida en dos alturas (sala de estar, cocina y baño abajo, y habitación arriba) y ser de techo alto.


La cocina, que está en parte bajo la escalera, tiene los elementos básicos para preparar un almuerzo o cena, sin mucha complicación ni espacio ocupado. Con una mesita de apoyo en la que nos dejaron algunos pequeños detalles para desayunar.

 

En el resto de la casa abundan los pequeños detalles rústicos, como la piedra a la vista en algunos de los muros, la madera, elementos de forja y cerámica, etc. Todo esto hace de la casa un lugar acogedor en el que repetir.




Tras dejar nuestras cosas, fuimos a comer algo al Bar Rincón Hurdano donde pedimos una parrillada y una ensalada templada de tomate y queso de cabra. Para picar nos trajeron unos panes con tomate. La parrillada venía acompañada de una guarnición de patatas, champiñones y pimientos. Junto a la comida nos tomamos 3 copas de vino, un café bombón, y para terminar, nos invitaron a unos licores. Todo muy rico y en cantidades abundantes por un buen precio, 31,60€.







Con la panza llena, nos fuimos a conocer el pueblo y a pedir información en la Oficina de Turismo de Caminomorisco, donde amablemente nos explicaron todos los lugares que podíamos visitar, incluyendo restaurantes, rutas de senderismo, etc.

Dimos una vuelta por los alrededores de la casa, viendo las antiguas casas del pueblo, las vides en pequeñas huertas, un horno antiguo que se conserva bajo una casa saliendo por un extremo del pueblo, y poco más. En este lugar lo que más abunda es la tranquilidad, el aire limpio y los paisajes. Es perfecto para desconectar.



El pueblo de Caminomorisco es muy pequeño y, tras un breve paseo y dado que la noche no acompañaba, nos retiramos a nuestra casita y encendimos la chimenea.

A la mañana siguiente, sorprendentemente, hizo un día espectacular. Muestra de ello es la gran estampa que nos dejó la casa al levantar la persiana y encontrarnos en mitad de una tranquilidad absoluta y soleada.



Como consecuencia del buen tiempo, no dudamos en ir directos a El Gasco, una alquería que conserva la mayor parte de la arquitectura hurdana. Las casitas se construían en pizarra y sin argamasa y se adaptaban perfectamente al clima de la zona.

Nos encaminamos hacía dicho lugar, haciendo breves paradas para disfrutar de los bonitos paisajes que nos encontrábamos por las aldeas de Cambroncino, Fragosa, Rubiaco...



A medida que os vayáis adentrando en Las Hurdes os iréis encontrando con paisajes, meandros y cascadas que no os dejarán indiferentes.



Nada más llegar a El Gasco, fuimos al Centro de Interpretación de la Casa Hurdana, donde pudimos ver una representación de lo que sería una típica vivienda de la época.




Tras pasear por la pequeña aldea de El Gasco que, en mi opinión, presenta una gran dejadez que le resta encanto, nos dirigimos a hacer la Ruta de la Meancera, que termina en el impresionante chorro de unos 60 metros de caída. La segunda mitad de la ruta es muy ascendente y se hace un poco pesada por lo que se hace necesario tomarse varios descansos para disfrutar de las vistas.



También se puede distinguir, fundido con el bosque de la zona, el Volcán De El Gasco, de interés científico. Realmente no se trata de un volcán, sino de un cráter originado por la caída de un meteorito hace ya más de un millón de años.



La vuelta la hicimos más deprisa puesto que empezaba a llover y nos fuimos directos al Mesón El Bodegón, el único bar de allí. Tuvimos que esperar un poquito porque había mucha gente: era puente, había hecho buen día y, como ya he dicho, era el único sitio para comer de la zona.



La espera mereció la pena y es que lo que nos encontramos fueron cantidades ingentes de comida casera. A mi me recuerda a los platos enormes de la abuela de pueblo. Pedimos un menú con unos primeros de Limón Hurdano y Papas meneás, y segundos de hamburguesa y un churrasco. El postre fue flan casero. No dejéis de comer aquí si visitáis la zona, pero luego no os recomiendo una buena caminata.

Tras despedirnos de las magníficas vistas de esta singular alquería, nos fuimos a Las Mestas, donde habíamos quedado con Manuel, que regenta Sabores Hurdanos, para hacer una Api-experiencia por 12€ cada uno. Tras una breve explicación de lo que es la apicultura en la propia tienda, nos dirigimos a un lugar cercano donde tienen los panales para las abejas. Nos enfundamos loa trajes de protección y nos enseñó cómo hacen la miel, cómo ponen los huevos, incluso encontramos a una de las abejas reina entre la multitud.


A la vuelta adquirimos en su tienda varios productos típicos, tales como aguardiente de miel, miel de roble o jabón de propóleo.

Se hacía de noche y tuvimos que volver a Caminomorisco, picamos algo con unos refrescos en el Bar Chaplin y nos fuimos a nuestra casita a disfrutar de la chimenea.

Al día siguiente tuvimos que volver a Sevilla, haciendo una breve parada para almorzar en Plasencia, en el Restaurante La Catedral, donde ya estuvimos hacía unos años. Habían retirado la tapería y como no teníamos demasiada hambre pedimos una tosta de patatas con jamón y una pequeña cuña de Torta del Casar con unas copas de Palacio Quemado. Y de ahí...¡a casita!

Ha sido un viaje en el que no hemos aprovechado tanto como quisiéramos dado que el mal tiempo no nos ha dejado disfrutar al máximo, pero sin duda ha merecido la pena. Las Hurdes es una joya natural la cual debemos visitar, al menos, una vez en la vida. Es un paraíso sin prisas, sin ruidos, sin lujos y donde conectar totalmente con la naturaleza.

Recomiendo ver el documental "Tierra sin Pan" de Buñuel para hacer una pequeña aproximación a la pureza de la zona pero, sin dejarse llevar por la nefasta imagen que da la película sobre esta bonita comarca. Y ya, para los que se enamoren de la zona, os recomiendo otro documental, mucho más moderno y agradable: "Las Hurdes, tierra con alma" de Jesús M. Santos.

Hay muchos viajecitos en mente...¿cuál será la próxima escapada?

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